Por Marcia Henríquez Bustamante
Nunca he conocido en persona a un/a terraplanista.
Debo admitirlo. Conozco poca gente.
Aún así, he llegado a pensar que, de haber una conspiración, no es otra que la de hacernos creer que los terraplanistas existen. Claro que ni siquiera se me ocurre cuál podría ser el propósito.
Ficticios o reales, me parece que el verdadero problema no se restringe a la gente que cree que la tierra es plana. Es un asunto más profundo. Según me temo, el conocimiento que la mayoría de las personas tenemos del mundo, a menudo es el resultado de un acto de fe. No pensamos que la tierra es redonda. Lo Creemos.
En la antigüedad, los griegos tenían tan clara la redondez de la tierra que hasta calcularon su radio con un método que supone un planeta esférico, no un disco plano. Hace más de quinientos años Colón entendió la redondez en modo tan profundo, que tomó el riesgo de dar la vuelta al mundo en sus barquitos pichiruches. Así las cosas, ¿cómo atreverse a decir que uno/a no lo entiende?
Uno de los grandes problemas de nuestra educación, es que el conocimiento es jerárquico. Se asume que, si lo sabían los antiguos griegos y lo entendió Colón varios siglos atrás, con solo escuchar la afirmación categórica de que la tierra es redonda, deberíamos ser capaces de asimilarlo. Es triste. Muchas veces, por no pasar por pavos, hacemos como que lo entendemos, y podemos andar piola por la vida… hasta que tenemos que explicarlo a nuestros hijos.
Desde luego que la ciencia dispone de herramientas para generar y transferir conocimiento, pero solo una minoría puede acceder a ese nivel de formalidad. La mayoría de las personas no caminaremos por las veredas del conocimiento, sino más bien bordeando el abismo de la ignorancia. Eso es injusto. Antidemocrático. El conocimiento es exquisito. Más allá de la escolaridad, el derecho a comprender los fenómenos del mundo que nos rodea, debería estar en la Constitución, y el deber de ejercer ese derecho debería ser irrenunciable. Después de todo, no es un objetivo imposible de lograr.
Sin que resulte indispensable dedicar nuestra vida a la ciencia, el placer de alcanzar el asombro es una meta a la que se puede acceder por un camino llamado pensamiento basado en evidencia. En los párrafos sucesivos, mi intención es poner en el tapete tres buenas razones, evidencias, según las cuales, es sencillo asimilar que vivimos en un planeta redondo.
1.- Frente a la costanera, una pareja de enamorados, discute. Fueron el finde a la playa para reconciliarse y ahora están más enojados que cuando salieron de casa. Terminan viendo separados la puesta de sol. Él, se va a la punta del cerro. Ella se queda sentada en la arena. La tarde está maravillosa, pero a ella le parece que está lloviendo. Mira la hora en el momento preciso que el sol se hunde en el horizonte. Quiere reconciliarse. Llama por celular.
– El sol se ha puesto -dice- y no hemos estado juntos para contemplarlo.
-No aceptaré de nuevo tus chantajes emocionales -responde su pareja todavía con rabia y agrega- eres una mentirosa- me vine a la punta del cerro y sé que el sol todavía no se pone.
Al respecto, responda las siguientes preguntas.
- ¿Será posible que ambos tengan razón?
- ¿Cómo se aprecia en la situación descrita, la redondez de la tierra?
- ¿Tiene sentido que una pareja que discute por todo siga junta?
2.- El cielo de una noche estrellada es diferente en cada hemisferio. Por ejemplo, no podemos ver la estrella polar si estamos bajo la línea del Ecuador porque la estrella polar está muy al norte. Bah. Ni en Europa ni en América del norte pueden ver la cruz del sur. Huichipirichi.
3.- Si alguien permanece varias horas contemplando el cielo nocturno, verá que las estrellas giran en torno a un eje imaginario. Si se toma una fotografía con el obturador abierto durante un tiempo largo, se pueden obtener líneas como las que aparecen en la foto, (la tierra gira y como estamos sobre ella, nos parece que gira el firmamento). El giro en el hemisferio norte es en sentido contrario a los punteros del reloj y en el hemisferio sur es en el sentido horario.
Esto último, que el giro parezca en sentido distinto, quizá no sea tan sencillo de asimilar. Le propongo una manera. Se requiere un lápiz y dos personas mirándose de frente.
Ubique el lápiz entre usted y su compañero(a), en posición vertical. Gírelo ante usted, en el sentido de las agujas del reloj. La persona que está mirando en el sentido opuesto, ¿ve girar el lápiz en el sentido de las agujas del reloj?
En el hemisferio norte, el cielo estrellado gira durante la noche en sentido contrario a las agujas del reloj. Nosotros, en el hemisferio sur de este planeta redondo que nos tiene mirando hacia el lado opuesto, vemos girar las estrellas en sentido horario.
Hay al menos otro par de argumentos razonables que permiten afirmar que la tierra es redonda. No le dejo esa búsqueda como una tarea sino como una satisfacción personal.
Por último, diré que escribir este texto, me ha reconciliado con los/as terraplanistas. Sus cuestionamientos, nos sacan del pensamiento jerárquico, y nos impulsan a buscar el camino entretenido del pensamiento basado en evidencias. Quizá hay un propósito después de todo.
Ese es un video muy esclarecedor, que muestra que dependiendo de la altura a la que nos encontramos, podemos ver desfasada la puesta de sol. Más alto estamos, más tarde vemos la puesta de sol.
Un video que recomiendo ver. Sólo ver, porque al españolazo ese, no le entiendo ni jota lo que habla.