Por Nathalie Álvarez Ricartes
Después de mucho analizarlo había decido aceptar. Los híbridos, seres mitad brujos, mitad humanos sin magia, llevaban varios días acosándolo para que aceptara esa misión. Su reticencia se debía a que este tipo de laborares no eran perpetradas por magos poderosos como él, nunca había sido necesario, siempre estaban a cargo de otros híbridos o brujos de menores capacidades dedicados a mantener la tregua entre ambos mundos en orden. Pero las cosas no estaban muy tranquilas en el sector de los “sin magia”, especialmente en lo económico y en lo social; muchas personas estaban viviendo terribles sucesos y los brujos sospechaban que otros como ellos, podían estar detrás del repentino y descontrolado caos. A través de toda la historia, brujos egoístas y crueles buscaban la manera de alterar la vida de los sin magia para su propio beneficio, incluso, otros más despiadados, lo hacían sólo con el afán de divertirse.
Said, un joven híbrido que hace muy poco había quedado al mando de la agrupación, llevaba varios días contactándolo de diversas formas, podría decirse que estaba casi sintiéndose como un acoso. Así que entendiendo que era un asunto complejo, que requería acción inmediata, decidió aceptar involucrarse.
Llegó a la ciudad puerto una noche de mayo, bajo el manto del extraño aire que corría ese año; mil novecientos setenta y cinco. Si bien, no era la única zona afectada, lo habían enviado allí porque un grupo de brujos eruditos, los brujosfilósofos, habían detectado flujos anormales de energía, mucho mayores a los normales para una población sin magia.
—Escucha, la casa no posee luz eléctrica, tendrás que iluminarte con velas, claro que podrías usar magia, aunque eso levantaría sospechas entre tus vecinos, además, tiene algunas leyendas entre los lugareños, pero te será sencillo ignorarlas —advirtió Said al entrar en la gran casona con un marcado estilo bávaro alemán.
—¿Qué clase de leyendas? —preguntó el Mago sin mayor preocupación, casi por inercia.
—Fue construida hace muchos años, no le falta demasiado para cumplir un siglo —relató el híbrido —al parecer su primer dueño, el que mandó a construirla, no era de esta región y sólo venía para disfrutar del verano, pero sus cuidadores eran conocidos por su excentricidad y lejanía con el resto de las personas, así que surgieron toda clase de comentarios alrededor de ellos.
—Ya veo.
—La casona fue popularmente conocida como el Castillo donde habita el Diablo —El mago de profundos ojos negros le dedicó una mirada llena de incredulidad y un poco de diversión.
—¿Es en serio? —preguntó con una media sonrisa —¿me pediste participar en esta misión para buscar supuestos brujos involucrados en corrupción relacionada al poder político y me traes a vivir a una casona donde supuestamente habita el Diablo?, pues debes saber que esto no ayudará mucho a mi reputación.
—Como si te importara —Le sonrió con ironía.
—Sí, está bien, reconozco que ya no hay mucho que se pueda hacer al respecto y tampoco es que me importe.
—Por cierto, ¿dónde estuviste todo este tiempo?
—No es algo que te incumba ni de lo que quisiera hablar en este momento, no estamos aquí para indagar en mi vida —contestó con un deje de apatía, tan característico en él cuando la curiosidad de otros se acercaba a sus muros tan bien construidos. Puso fin a la charla y caminó por uno de los pasillos de la casona que conducían a una elegante cocina. Contemplaba todo a su alrededor con atención, quería reconocer cada rincón del lugar que, por ahora, sería su hogar.
—¿Cuánto tiempo tengo?
—No tenemos un plazo mínimo, ni máximo, pero sabes que mientras antes se resuelva este dilema, mejor —explicó Said —por una parte, detendremos a estos desgraciados y por otra, tú podrás volver a tu extraña vida cuanto antes.
—Perfecto. Entonces, ya que estoy instalado y al tanto de lo que necesito saber, te pediré que te vayas para comenzar con mi trabajo.
—Y ahí está, como siempre tu inalterable naturaleza poco sutil —comentó Said recordando con quien estaba hablando.
—Al contrario, la alteré bastante cuando decidí involucrarme en esta misión.
—¿Qué te hizo aceptar?
—Supongo que algún vestigio de buena humanidad aletargado en un pequeño rincón de mi oscuro ser —dijo sonriendo.
La verdad es que esta misión no tenía ningún interés para él, pero necesitaba volver a involucrarse en el mundo de los no magos, porque en cualquier momento llegaría el instante de hacerse cargo de la misión más difícil e importante para él.
Said se despidió sin más preámbulo, recalcando que podía comunicarse con ellos directamente por medio de los conectores mágicos que había dejado sobre la mesa del salón. Ciertamente, dudaba necesitarlos, era un brujo poderoso y no desea involucrar demasiado a los híbridos.
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Caminó por cada rincón de la gran casona. Tenía dos niveles y un ático donde descubrió un sinfín de libros antiguos en varios idiomas. Una de las grandes habilidades de este mago, era la capacidad de detectar la energía oscura sin ningún problema y podía percibir algunos vestigios de ésta en ciertos lugares del inmueble. Quizás las leyendas que la rondaban no eran del todo falsas.
El tiempo apremiaba y debía resolver esta misión cuanto antes, no era de su agrado permanecer tanto tiempo en el lado de los sin magia. Así que salió a recorrer las calles del vecindario, sin ninguna intención más que familiarizarse.
El caos era evidente, quizás no a simple vista, en otras ciudades sucedían cosas peores, pero el ambiente delataba esa carga de energía negativa por todas partes; dolor, abandono, soledad, frustración. Su existencia estaba tan ligada a este tipo de emociones, que no le significaba ningún esfuerzo reconocerlas al instante. Sabía o más bien, estaba seguro de que magos oscuros estaban manejando, en cierto aspecto, lo que hundía al mundo de los sin magia en este abismo de desesperanza y es que la historia era cíclica, esto ya había sucedido antes, no de la misma, no en el mismo lugar, pero sí por influencia de aquellos que portaban la magia en la sangre.
Durante su recorrido, que no duró más de dos horas, vio a brujosvampiros succionando la sangre de humanos sin magia, brujosguerreros atacando infraestructura de una ciudad que no les pertenecía y brujosfilósofos experimentando terribles rituales con sus ciudadanos. Le costaba reconocer que la tregua estaba en serio peligro y que los responsables eran de su misma especie.
Regresó a la casona, recordando cada punto exacto donde había visto esas atrocidades y comenzó a preparar lo necesario para salir de cacería la noche siguiente. Pasada las dos de la madrugada decidió que era momento de descansar y subió hasta la que había escogido como su habitación; un espacio no tan grande, pero tampoco pequeño, se adecuaba muy bien a sus necesidades y puesto que el inmueble, en su mayoría estaba desocupado, ayudado por su magia, hizo aparecer una gran y confortable cama, un escritorio, un pequeño guardarropa y una mesa de noche.
Listo para cerrar los ojos y dormir, su letargo fue interrumpido por una voz que provenía desde una antigua chimenea que parecía estar descompuesta.
—Veo que tendré compañía después de mucho tiempo.
El mago se sentó sobre la cama con calma, sin sentir nervios, mucho menos miedo.
—¿Quién eres? —preguntó al notar que se trataba de una presencia.
—El dueño de este lugar.
—¿Eres el dueño de la casona? —Lo que menos necesitaba ahora era un expropietario muerto convertido en un fantasma furioso.
—No, no dije nada sobre la casa.
—¿Entonces de qué eres dueño? —Interrogó el Mago un poco impaciente, detestaba las adivinanzas, especialmente cuando estaba trabajando.
—Este lugar me pertenece, este pequeño espacio de tierra es mío, he estado aquí por tanto tiempo que asumo, no te lo alcanzas ni a imaginar.
—No, por supuesto que no —comentó el inquilino pensando en su larga, tan larga existencia.
—¿Me hablas con sarcasmo, brujo?
—No, no lo hago —mintió con descaro —asumo que también fuiste un brujo, ¿no?
—Por supuesto que no, es más, los detesto.
—¿Y podría saber la razón de aquello?
—Simple —enfatizó buscando los ojos del Mago—ellos me convirtieron en esto.
El brujo lo miró sin comprender, pues no manejaba información suficiente que le diera pistas sobre un ritual que transformara a humanos sin magia en fantasmas.
—¿Cómo pudieron hacer algo así?
El espectro se acercó a la cama, se sentó provocando una sensación de extrañeza en el brujo y continuó su relato.
—Fui secuestrado y torturado por gente como tú —agregó sin sutileza —hace demasiados años, tantos que ya casi no recuerdo la fecha exacta.
Afuera, sin previo aviso y con gran potencia, se desató una tormenta eléctrica que a ratos iluminaba el oscuro cielo. Las gotas de lluvia chocaban con violencia en los vidrios del popular castillo.
—¿Moriste en este lugar?
—Ellos me dejaron morir. Drenaron todas mis energías hasta que mi cuerpo no resistió y fui abandonado a mi suerte.
El mago le dedicó una mirada cargada de sorpresa, pues no esperaba encontrarse con alguien que hubiera vivido lo mismo que otras personas en la actualidad, siendo víctimas de brujos sin escrúpulos que sólo buscaban generar caos y violencia.
—Así que tú también —dijo respirando con profundidad.
—¿Acaso existen más personas en mi condición?
—No es muy común que terminen transformados en fantasmas, pero sí, hay más víctimas como tú padeciendo lo que sufriste en el pasado.
—¿Y estás aquí porque eres uno de ellos? —interrogó con el semblante endurecido.
—Al contrario, mi misión es encontrarlos y detenerlos lo antes posible.
El fantasma lo miró desconfiado. Había estado ahí, en ese pedazo de tierra por más de ciento cincuenta años, había visto cosas terribles en su estado espectral y era el responsable de que la casona se considerara embrujada, pues acostumbraba a espantar a los residentes que llegaban fueran o no brujos, ¿qué podía decir? Le gustaba la soledad y su muerte, llena de sufrimiento, lo había convertido en un ente lleno de ira y antipatía.
—Y supongo que sabes exactamente cómo lo harás —comentó con ironía.
—Tengo algunas ideas, pero si quieres ayudarme no me opondría.
—¿Por qué debería hacerlo?
—Pues, porque te daría la oportunidad de cobrar deudas pendientes.
—¿Deudas pendientes?, ¿de qué hablas? Es imposible que quienes me hicieron esto, sigan con vida.
—Yo no estaría tan seguro —declaró el brujo pensativo —verás, en el mundo de la magia las cosas suelen desapegarse de los patrones esperados, así que te ofrezco ser parte de esta misión para encontrar y acabar con aquellos brujos que se divierten torturando y asesinando humanos sólo para generar confusión.
—¿Cómo podría ayudarte?, soy un fantasma.
—Ni te imaginas todo lo que podemos hacer con tu condición y mi poderosa magia oscura.
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El fantasma, llamado en su vida Alfredo, le contó con detalle todo lo sucedido antes de morir, que había sido capturado camino a su casa cuando volvía del trabajo y que estuvo prisionero por ocho días, donde los castigos y la extracción de energía eran rutina al menos tres veces por jornada.
—Tu fuerza me asombra, realmente aguantaste mucho más que un humano sin magia normal, ¿alguna motivación extraordinaria que te diera esa fortaleza?
—Supongo que siempre tuve esperanza de escapar y volver a ver a mi familia.
Familia, algo que el Mago presente no asimilaba como conocido o cercano, un eco de su vida que deseaba recordar lo mínimo posible.
—Ya veo —Se limitó a decir —Bueno, entonces iremos tras esos malnacidos y acabaremos con su legado de sufrimiento y muerte en el mundo de los sin magia.
—¿Tienes algún plan en mente?
—No sé si deba llamarlo plan, pero al menos ya descubrí dónde tienen su escondite, comenzaremos haciendo una visita a ese lugar.
—Entonces, vamos a ello.
Desde el primer contacto entre Alfredo y el Mago, habían transcurrido doce horas, estaban de regreso después de haber ido a visitar la guarida de los brujos en cuestión. Estudiaron con cuidado todo el sector; estaba vacío y esto les permitió dejar algunas cosas preparadas para cuando regresaran por la noche a concretar sus ideas.
La guarida de los brujos estaba situada en un cerro muy antiguo de la ciudad, el que, además era conocido por la gran cantidad de escaleras que lo rodeaban por todos sus puntos, creando accesos en sectores complejos. Precisamente el escondite se ubicaba bajo una de estas escaleras, en un punto donde los años habían degastado el concreto, dando lugar a una especie de cueva, que extrañamente adentro, albergaba una pequeña, pero llamativa laguna de aguas muy cristalinas.
—Cómo es posible que exista esto aquí sin que nadie más lo haya notado, ¿qué pasa con los humanos sin magia, no tienen instintos, ni sentido común? —Alfredo estaba indignado, no comprendía cómo la cuidad parecía estar ocupada por brujos malvados a vista y paciencia de sus compañeros sin poderes.
—En mi opinión, en la actualidad el sentido común es un tesoro preciado y escaso no sólo en tu mundo, además, este lugar, evidentemente está protegido con magia, es indetectable para ellos.
—Eso tiene más sentido —agregó resignado levantando sus hombros fantasmales.
—Pero descuida, esta noche acabaremos con su perverso jueguito.
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Una nueva tormenta azotaba a la ciudad. El Mago y su compañero espectral estaban listos para atacar a sus contrincantes. Tenían un elaborado plan y manejaban con cuidado cada detalle.
Alfredo estaba encantado recorriendo parte de la cuidad, pues llevaba años decidido a mantenerse confinado en la casona, consideraba que era mejor de esta manera y su única diversión era generar miedo entre las personas que deambulaban por ahí o llegaban a vivir al castillo.
—Ósea que todas las historias que se tejen alrededor de esa casona son por tu culpa —conversaban en un sector cercano a la guarida, ocultos esperando la llegada de sus adversarios.
—¿Qué puedo decir?, tenía que encontrar una forma de pasar mi existencia fantasmal sin tanto aburrimiento.
—¿Nunca antes pudiste comunicarte con alguien, con las personas que viste cerca o viviendo en el castillo?
—Pocas veces y por lo general eran niños, por naturaleza ellos poseen una sensibilidad mayor.
—¿No salían huyendo despavoridos? —El Mago sentía curiosidad por conocer detalles de su peculiar existencia.
—No, por alguna extraña razón, no. Siempre fueron los adultos quienes cayeron en mis terroríficos trucos.
—¿Te gustaría dejar de ser un fantasma para poder descansar por fin?
—Sí, supongo que por muy divertido que me resulte ser el fantasma de ese castillo, me gustaría poder desanclarme de ese lugar y dejar descansar mi alma.
—Entonces vamos a terminar con esto y a devolverte al lugar del universo donde realmente deberías estar.
La lluvia cesó por unos minutos y los brujos de la guarida, seis en total, aparecieron trayendo consigo tres rehenes; dos hombres y una mujer que no debía superar los veinte años. Parecían estar bajo la influencia de algún tipo de droga.
—Observaremos por un momento, quiero saber exactamente cómo operan, necesito esa información, nos ayudará a encontrar a otros como ellos que puedan estar haciendo lo mismo en distintos rincones del mundo —informó el Mago.
—Por mí no hay problema.
Se acercaron más a la guarida, el mago cuidaba en todo momento que su nivel energético estuviera en el menor rango para no ser descubierto, mientras que para Alfredo no significaba ningún problema incluso pasearse delante de los villanos, pues él decidía si quería que lo vieran o no, una maravillosa característica propia de su condición de fantasma enfadado.
Claramente se distinguía que el líder de los brujos torturadores era uno de mediana estatura, delgado, con el cabello hasta los hombros, lacio y oscuro; alguien que no lograba llamar la atención por nada en particular, que pasaría más bien desapercibido en cualquier sitio.
—Pónganlos en el agua —ordenó sin emoción a quienes cargaban con los tres humanos sin magia —quiero terminar pronto hoy, la de ayer fue una noche muy larga, no deseo que se repita.
El Mago puso mucha atención a aquellos detalles y le parecía estar viendo en cámara lenta cuando pusieron a las tres víctimas sobre la pequeña laguna, las que enseguida fueron encadenadas por unas peculiares cuerdas nacidas del agua que, segundos después, comenzaron a desprender algún tipo de hechizo que les ocasionó mucho dolor. Los gritos inundaban todo alrededor y el efecto de la droga desapareció de inmediato.
—Son unos malditos, los drogan, los aprisionan, les generan dolor y terminan por matarlos haciendo que sientan hasta el más mínimo detalle —comentó Alfredo lleno de ira —esto es más que tortura.
—Te equivocas, no los matan —corrigió el Magocon calma y atención —los encadenan a la fuente para siempre por medio de la magia y del propio dolor, es así como logran extraer su energía indefinidamente.
—¿Qué quieres decir?
—Al mantener un alma aprisionada por medio del dolor, haces que nunca descanse, siempre se está resistiendo para tratar de encontrar un final mejor y sospecho que ellos utilizan su magia para que el cuerpo nunca muera, lo encadenan a una condena de dolor eterna, sin permitirles morir para tener fuentes ilimitadas de energía.
Aquel era un ritual de magia antigua, lleno de sufrimiento que, por supuesto, estaba prohibido en la actualidad. Estos grupos de brujos se refugiaban en el mundo de los sin magia para llevar a cabo sus atrocidades, pues ahí, era más difícil ser detectados y detenidos.
—¿Por qué alguien haría algo tan macabro como eso?
—Hay monstruos en todas partes, en tu mundo y en el mío, siempre ha sido así, yo mismo tengo un pasado del que no me enorgullezco. Creo que mi expiación puede venir al erradicar este tipo de grupos, al impedir que la oscuridad, el egoísmo y la crueldad se propaguen como una plaga.
Alfredo lo miró sin hacer más comentarios, necesitaban actuar cuanto antes para salvar a esos humanos sin magia que ya habían comenzado su agonía.
—¿Recuerdas todo sin problema? —preguntó el Mago antes de caminar hacia donde estaban sus contrincantes.
—A la perfección.
—Entonces, nos vemos allá en unos minutos.
El Mago entró sin descaro y sorprendió a sus compañeros de magia. El líder envió de inmediato a los dos integrantes de la pandilla que no estaban ocupados con los sin magia para que lo detuvieran.
—No es necesario que seas violento, soy uno de ustedes —señaló haciendo aparecer una esfera de energía oscura sobre su mano.
—¿Qué haces aquí? ¿Te interesa unirte a nuestra maravillosa labor?
—Quizás —respondió dibujando una leve sonrisa en sus labios —pero antes quisiera saber algunos detalles, creo que no estoy lo suficientemente informado.
—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó el líder con un dejo de desconfianza.
—No fue demasiado difícil seguir el rastro energético, toda esta cuidad está sumida en el caos, pero había cierta señal que me indicaba que alguien era el responsable directo.
—Veo que eres un brujo talentoso, podrías sernos de utilidad —El líder realmente no tenía idea con quién estaba tratando, su altanería lo condenaría.
—Entonces, ¿me explicarás? —El Mago llevaba consigo un misterioso y pequeño aparato que, a simple vista parecía una capsula medicinal blanda, la que al ser presionada podía captar audios e imágenes aún estando escondida en el bolsillo de alguna prenda de vestir.
—Sólo si me das una señal de confianza.
—¿Y esta sería…?
—Deja que mis súbditos te pongan unas esposas mientras te cuento —lanzó sin quitarle los ojos de encima —debo advertir que están hechas de plata y que, en caso de que pienses hacer algo indebido, haré que su impecable sistema de defensa te inyecte una dosis letal de granada concentrada.
El Mago lo miró y fingió asombro, incluso temor. Claramente una amenaza como esa no significaba nada para alguien que era inmortal.
—Acepto. Prometo no ser un problema para ustedes.
El líder le explicó que su objetivo, por años, había sido acabar con la tregua entre brujos y humanos sin magia, que detestaban tener que permanecer a la sombra de seres, que desde su perspectiva, eran inferiores y cuya única función debía ser obedecerles; ser sus esclavos.
—Entonces capturan humanos y los transforman, por medio del dolor y la magia, en fuentes de energía permanente para generar caos, alterando la fluctuación normal de la entropía, ¿lo entendí bien?
—Sí, vamos, nadie aquí sabe qué es entropía, pero supongo que lo entendiste.
—¿Cómo logran que las almas de los humanos sin magia resistan tanto?
—Nah, no resisten demasiado —Se quejó arrugando el ceño —cada humano sin magia dura por lo menos, dos meses, luego debemos encontrar nuevos candidatos.
—Supongo que para hacer que la energía realmente se altere y genere un caos perceptible, esto debe hacerse varias partes del mundo.
—Así es, somos muy organizados, estamos casi en todas las ciudades del mundo. Este proyecto comenzó hace demasiados años, en esta misma cuidad —relató con entusiasmo —desafortunadamente el primer humano que utilizaron no resistió nada, murió sin ser capaz de dar energía a la zanja por demasiado tiempo, de todas formas, dicen que, gracias a él, el método fue perfeccionado y hoy es lo que es.
El Mago no podía salir de su impacto, ese primer sujeto debió ser Alfredo, claro que había sido él. Esto iba mucho más allá de lo que él siquiera esperaba, pero ahora que lo sabía, se haría cargo y no descansaría hasta acabar con todos ellos. Tendría que volver a desaparecer por tiempo indeterminado.
—¿Y cómo les resulta tan fácil encontrar humanos?
—Eso es lo más sencillo —confesó el líder. Hasta ahora ninguno de los otros integrantes habían mencionado palabra alguna—. Les encanta divertirse, beber y perder la consciencia en lugares donde no conocen a nadie, creo que tienen un terrible problema con el exceso de confianza.
En efecto, se aprovechaban de jóvenes emocionalmente vulnerables a los que, en ocasiones, ellos mismos drogaban para luego secuestrarlos y hacerlos parte de la zanja de energía. Su vida acababa de una manera terriblemente lamentable sólo por haber querido salir a distraerse, a divertirse.
—Ya veo.
Era todo lo que necesitaba saber, ya sabía cómo rastrearlos, cómo operaban y su objetivo. Había llegado el momento de acabar con la primera parte de aquella nefasta organización.
Entonces, apretó con fuerza la afilaba hoja de navaja que tenía escondida en su mano izquierda y en tanto la sangre comenzó a fluir, grito:
—“Ven yo te acepto, ven y une tu espíritu al mío, seremos uno y nuestras habilidades compartiremos, tu esencia fantasmal ocupará mi cuerpo mientras ambos así lo sentenciemos.”
—¿Qué haces? —preguntó el líder con el rostro desfigurado mientras un fuerte viento invadía toda la guarida.
—Lo siento, pero nunca me ha gustado obligar a alguien a quedarse donde no quiere —afirmó el Mago justamente antes de que Alfredo tomara su cuerpo. La unión de ambos seres le dio nuevas habilidades, por lo que liberarse de las esposas no fue problema alguno, como no lo sería para fantasma alguno.
La fusión del Mago y el fantasma no tardó en descubrir que los brujos enemigos no eran demasiado fuertes y que su mayor logro era mantener una organización secreta que trabajaba de manera efectiva y generando un daño mucho mayor al de un hechizo o ritual peligroso. Sin embargo, el Mago sabía que Alfredo tenía cuentas pendientes y necesitaba saldarlas para descansar en paz, así que lo dejó utilizar sus habilidades con la magia oscura para conseguirlo.
Alfredo encadenó a los seis sujetos a la pared donde les devolvió la mano, provocando tanto dolor como el que él había sentido y aunque estaba consciente de que la venganza no era el mejor camino, sentía menos culpa al saber que brujos como estos jamás mostrarían una pisca de arrepentimiento, no eran más que desperdicio de oxígeno en un mundo que no podía darse el lujo de hacer mal uso de sus recursos.
Cuando por fin sintió que su alma estaba libre de todo resentimiento, le pidió al mago que cesaran la fusión y que fuera él quien les diera una muerte digna.
—Puedo ser todo lo vengativo que quieran, pero ni a mi peor enemigo le deseo este calvario de ser un alma errante sin descanso, la soledad y la imposibilidad de encontrar un lugar o instante donde sentir calma.
El mago lo miró y le sonrió, estaba seguro de que en su vida Alfredo había sido una gran persona y que no merecía el triste final que aquellos brujos le habían asignado. Se acercó, ya sin el fantasma en su cuerpo y con una pequeña daga de plata acabó con la miserable vida de aquellos demonios que tantas vidas de humanos sin magia habían tomado.
Pero todavía quedaba algo por hacer. Haciendo uso de sus grandes dotes de mago oscuro y aprovechando la furiosa tormenta eléctrica que había en ese instante, invocó al rayo violeta para terminar con el último paso.
Los rayos que caían en ese sector por algunos minutos se tornaron de color violeta como el rayo que estaba usando el Mago para proteger las almas que en ese momento liberaría. Enseguida, con un gran golpe de energía oscuradestruyó la zanja y las almas, como pequeñas bocanadas de aire comenzaron a liberarse cuidadas en todo momento por el rayo violeta que impedía que fueran contaminadas o atrapadas por algo maligno.
Alfredo quería regresar al castillo por última vez porque sabía que ya era tiempo de partir y descansar, así que el mago lo acompañó y le agradeció por ayudarlo en aquella desafortunada misión, también le pidió disculpas por lo vivido y le deseó un descanso eterno pleno.
—Me deja tranquilo saber que no todos los brujos son como aquellos que acabaron con mi vida.
—No porque una persona tenga o no magia puede ser definido como bueno o malo, eso es algo inherente a la raza humana en general, en ambos mundos podemos encontrar monstruos terribles y también seres llenos de luz y nobleza, por favor a mí no me encasilles en ninguno de los dos, no quiero que apuestes y pierdas.
—Creo que eres un buen mago al que siempre le han dicho que está lleno de oscuridad, pero déjame decirte que incluso esa oscuridad puede ser usada para encontrar luz, para alejar las sombras.
El mago se quedó pensando en aquellas palabras mirando mientras Alfredo entraba a la casa por última vez. Subió hasta el ático y desde ahí le hizo una seña a su compañero que lo observaba desde el portón, luego y como algo que se evapora fue ascendiendo hasta desaparecer por completo.
Minutos después, el mago estaba por marcharse de ese lugar para siempre, no sin antes observar la casona o castillo con cuidado para no olvidarla, cuando ésta sin motivo alguno se derrumbó generando un gran estrépito, dejando en pie tan sólo el portal del portón de entrada. Fue inevitable para él pensar que la morada sólo seguía en pie por la presencia de Alfredo y que ahora que ya no estaba, al igual que él, daba paso a una nueva vida y descansaba para siempre.
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—Qué entretenida historia, ahora me queda claro por qué desapareciste esos años y volviste sólo cuando se detectó el nacimiento de Alex —comentó el Señor de los Sueños.
—Sí, me llevó bastante tiempo, pero pude desbaratar a gran parte de esa organización, aunque todavía es un tema del que se encargan algunos brujosguerreros junto a los híbridos —explicó el Mago de las Sombras.
—Lo que sigo sin entender es por qué me contaste todo el relato en tercera persona, por qué no te referías a ti mismo por tu nombre.
—Supongo que lo hice para mantener el misterio —respondió él sonriendo y levantando los hombros.
—¿Oigan qué hacen ustedes aquí? —El Señor del Tiempo recién llegaba a aquel sector del Templo Cronista.
—Sebastianh me contaba una historia de su pasado mientras esperábamos a que te dignaras a aparecer —dijo Alexander con una mirada inquisitiva.
—Así es guardián del tiempo, después de todo lo que ha sucedido, necesitamos conversar y ordenar nuestros pensamientos para saber qué haremos desde ahora en adelante.
—Pues me alegra saber que recuperaste la cordura y que podemos seguir siendo el trío de señores que están del mismo lado otra vez —agregó el Señor del Tiempo sonriendo e invitándolos a seguirlos al salón principal.
Fin